¿Y ahora qué? ¿Qué pasa con Oleniok? ¿Plegamos velas? ¿Nos vamos a casa? ¿O nos quedamos aquí, en medio del bosque, a ver qué pasa?
He estado meditando seriamente estos días sobre ello. Con el proyecto en gran medida quemado para subvenciones -al menos en comunidades donde, por procedencia, me era más sencillo obtenerlas-, y con apenas los 650 € que hemos podido reacudar a través de la web para cubrir un presupuesto que, sin el dinero que perdimos y ya sin nada negociado, asciende a unos 80.000 € -realizándolo en las mejores condicones posibles, con copia final en 35 mm, etc...-, la cosa parece estar realmente muy cruda.
Le he dado muchas vueltas a la posibilidad de seguir adelante con el tema a través de internet. Aumentar la apuesta: en vez de ir a por los 30.000 € iniciales, ir a por esos 80.000 €. Prescindir -al menos de momento, dada su comprobada ineficacia en este caso- de las subvenciones como fórmula de financiación. Tratar de levantar el proyecto a través de las contribuciones de los internautas, ir a los medios para tratar de conseguir cierta difusión, y en el caso de que la página obtenga interés, intentar atraer a patrocinadores, transigir en mis intenciones iniciales, mirar lo de vender camisetas, objetos, merchandising, buscar maneras... No sé... explorar hasta dónde se puede llevar, dedicarle tiempo y trabajo hasta conseguir levantarlo...
Pero... ¿80.000 €? Parece a priori demasiado dinero... Cuando lo he hablado con amigos el pensamiento general parece el mismo. Conseguirlo de esa forma se antoja prácticamente imposible. En realidad, meditado todo de forma realista da la sensación de que lo más probable es que nos encontremos ante una batalla perdida.
Y entonces, quizá por no encontrar cosa mejor que hacer, o acaso por la mala costumbre de divagar, me he puesto a pensar en eso: en las batallas perdidas.
Las batallas perdidas desde siempre han ejercido un gran poder de fascinación sobre mí. Supongo que no tiene nada de extraño en un tipo como yo, traumatizado gravemente por las películas: el cine se encuentra lleno de ellas. Ahí está por ejemplo Atticus Finch, solo en Maycomb ante la puertas de la cárcel frente a una turba racista ávida de sangre. O los siete samurais de Kurosawa dispuestos a defender un pequeño poblado del japón medieval contra cuarenta ladrones a cambio de apenas un poco de arroz. O, por supuesto, Jefferson Smith, enfrentándose en soledad a toda la corrupción del capitolio norteamericano, bajo la batuta del gigante Frank Capra. Y así otros muchos casos, seguramente no tan insignes, llenas de personajes que luchaban por un objetivo imposible...
Sí, ya sé que en este fragmento James Stewart a veces se muestra un poco exagerado y el desmayo no acaba de ser totalmente convincente, que todo da la sensación de ser muy ñoño e ingenuo, pero no se precipiten en su juicio. Tengan en cuenta que Capra es uno de los pocos directores, no lo digo en broma, que ha sido capaz de sacar de la ingenuidad y la ñoñería una emoción sublime. Si no me creen vean la película entera. Se te ponen los pelos de punta.
Y es que Capra sabe muy bien que las personas que luchan por esas "causas perdidas" de las que habla James Stewart en boca de Jefferson Smith siempre resultan conmovedoras. Al fin y al cabo defienden las únicas causas que, sea como sea, nunca han sido ni serán oportunistas. La imagen de un soldado herido y magullado, con todos sus compañeros muertos alrededor que, pensadas fríamente todas sus opciones, elige mantenerse firme y con la espada en alto ante el ejército enemigo que viene imparable a aniquilarlo, tal vez no sea un espejo de inteligencia, o de lógica, o de un espíritu práctico de la vida, pero seguramente sí de honestidad. Cuando ves a una persona, equivocada o no, que lucha una batalla perdida, al menos puedes estar seguro de que está peleando por algo en lo que verdaderamente cree. Y lo sabes porque él también comprende que las posibilidades de éxito son prácticamente nulas, incluso aunque no pueda evitar reservar un diminuto espacio en el fondo de su alma para la ingenua esperanza: el milagro que le permita ganar la guerra, en caso de que sea capaz de ser lo suficientemente fuerte para aguantar un poco más.
Con estos antecedentes ustedes ya habrán comprendido que yo siempre haya tenido el deseo de emular a esas personas -o por mejor decir, y sólo por recalcar mi idiotez, a esos personajes- que pelearon sin descanso sus batallas perdidas. Y así, a lo largo de mi vida me he empeñado en luchar las mías, todas y cada una de las que, mayores o menores, se me iban presentando en el camino. Evidentemente lejos de la imagen épica del soldado, las luché torpemente, de forma confusa, a trompicones, más cerca de Woody Allen que de Burt Lancaster... Ni que decir tiene que las perdí. Absolutamente todas. Como buen idiota en más de una ocasión me dejé hasta las lágrimas y el alma por el camino... pero aprendí una valiosa lección, que no por obvia resulta menos importante: los nombres de las cosas están puestos por algo. Eso es lo que explica que las batallas perdidas, como su nombre precisamente indica, no se puedan ganar. El cine está muy bien, otra cosa distinta es la vida. El cine sirve para ofrecernos consuelo, para soñar... Pero lo cierto es que en la vida real Jefferson Smith hubiera sido carne de chiste de viñeta dominical, terminada su carrera política difamado y deshonrado ante sus compatriotas; que entre los restos humeantes de un pueblo medieval japonés habrían siete tumbas de estiércol junto a unos ladrones felices repartiéndose su gran su botín; y que más temprano que tarde las turbas racistas de Maycomb hubieran encontrado la manera de mantener cerrada la boca de Atticus Finch. No nos engañemos. La vida lamentablemente enseña que luchar una batalla perdida es de imbéciles, de absurdos, de ñoños ingenuos. Se encarga de meterte en la cabeza, a golpes si es necesario, que en realidad no es algo que merezca la pena, ni trae otra cosa distinta que frustración o abatimiento.
Y ahora, de nuevo, vuelve a ponerme una delante...
Presentemos batalla pues.
sábado, 23 de enero de 2010
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Haz publicidad, haz llegar la web a donde aun no conocen el proyecto. Empieza por prensa local, televisiones locales, y llega donde se pueda.
ResponderEliminarEl corto es una gran idea, y buscar la financiación lo hace aun mas especial.
JM. Braña.
Hace poco me enfrenté a un dilema. Después de participar en un concurso a nivel mundial, en donde mi guión de corto había sido seleccionado, terminé derrotado. Regresé a mi país, sin un cinco y con todas las ganas de hacer mi peliculita. Como pude, conseguí $500 Dólares para filmarla en alta definición, consiguiendo la cámara y el equipo prestado de un amigo. Tenía seis días de producción, y en los primeros dos días me terminé el dinero. Que hacía? Luché una batalla perdida, pero llevaba tanta fuerza y convicción que mi palabra pudo más que el dinero o las lágrimas o los hombros caídos. Logré que el equipo de producción y mis amigos me prestaran mil más para terminar de rodarla. Con mil sacrificios terminamos. A los meses terminamos de montar la peli y comenzaron a llegar los patrocinadores, dos de las ONG más grandes del mundo se unieron y la agencia española de cooperación también. En total, recaudé más de 40,000 dolares en donaciones, y tras de eso mi corto entró a cartelera comercial, en una sala en donde al lado estaba bastardos sin gloria de tarantino. Mi corto de media hora batió record de taquilla el primer fin de semana y le ganó a todas las películas de hollywood, montando un precedente a nivel nacional e internacional, la prensa internacional se avalanchó y fuimos noticia en muchos medios. La taquilla no fue millonaria, ni rica, pero siendo un corto y con una sola sala, había batido un record. Empezaron a llegar los premios de los festivales y con ello las invitaciones a ser adquiridos por muchos canales de televisión, uno de ellos RAI de italia y una cadena en España. En total, ahora tenemos la oferta de una copia en 35 mm, cosa que ni siquiera habíamos soñado y un viaje al otro lado del mundo.
ResponderEliminarTienes una idea muy potente, que necesita un par de cojones. La tienes muy clara Javito, en tu cabeza, en el papel y en el espíritu. Arriesga a no tener todos los medios, eso es lo malo de haber nacido en el primer mundo, todo lo queréis en la boca. Y si no es de esa manera pues no os lanzais al mar. Huevos Javito, huevos! Un fuerte abrazo con el recuerdo de una vieja amistad.
David Adamastor
Turito! Qué alegría saber de ti! : )
ResponderEliminarPero la historia de "Cinema Libertad" ya la conocía. La he seguido con orgullo y emoción de amigo viejo a través de las páginas de facebook y en muchos artículos de la prensa online de tu país ; )...
Lo que pasa es que cada proyecto es diferente. Y ha de tratarse de manera diferente. Mi anterior corto, por ejemplo, está hecho de esa misma manera que dices, y no le ha ido mal; tengo otro proyecto que también se puede hacer con muy poco dinero, y en cuanto podamos lo haremos... pero lo de "Fabe y Verno" es distinto. Para mí es un proyecto especial que hay que tratar con mimo. De todas formas no es que se trate de tener todos los medios, se trata de tener los medios mínimos para que se pueda hacer bien. Fíjate que sólo la creación del ambiente de niebla y la fabricación del perro muerto es un montón de pasta -en precios del primer mundo, claro ; )- de la que no podemos prescindir si queremos que el asunto resulte verosímil. Por supuesto que el kinescopado y demás son gastos que podríamos aplazar, pero lo que no podemos hacer es rodar con 2000, 3000, 6000, o 10.000 euros... No nos llegaría para hacer las cosas de forma decente. Y si no las podemos hacer de forma decente, a mí personalmente no me vale la pena hacerlo.
Mi impresión es que en este caso concreto, estando como están las cosas, lo mejor es reorganizar filas, buscar fórmulas de financiación que permitan hacerlo como creo que se debe, y tener paciencia. Yo confío en que al final se conseguirá. Veremos si el tiempo me da la razón o me la quita...
Ah, y hablando de Adamastor, prepárate para recibir, espero que más temprano que tarde, la quinta versión de la historia de nuestro común amigo. Al final no me he podido resistir y ahora sí pienso que he conseguido meterle mano como había que hacerlo.
Un gran abrazo, Turito!!!
En ello estamos señor Braña. ; )
ResponderEliminarTengo que reorganizar unos cuantos aspectos de la web esta semana y luego empezaremos a moverlo por medios, a ver si conseguimos que la cosa se difunda un poco.