lunes, 24 de mayo de 2010
Al Sur de Galicia y al Norte de Portugal
martes, 11 de mayo de 2010
Encuentros en la metarrealidad
EXT. TEATRO REINA VICTORIA - NOCHE
La gente está saliendo. Javier Ruiz espera en la puerta, con su guión bajo el brazo, nervioso como una hoja.
JAVIER RUIZ
(hablando consigo mismo)
Me va a mandar a la mierda... A la puta mierda de hecho... Seguro que llama a seguridad.
Los actores empiezan a salir. Javier Ruiz no se da cuenta y sigue a lo suyo.
JAVIER RUIZ
Seguro que los de seguridad me dan una paliza y luego, cuando esté en el suelo desangrándome, vendrá ella a escupirme personalmente...
Justo en ese momento se da la vuelta. Se topa de frente con Aroa Gimeno, que ya va saliendo.
JAVIER RUIZ
H-h...
AROA GIMENO
Hola.
Aroa Gimeno hace amago de seguir adelante.
JAVIER RUIZ
He...¡He visto tu obra!
Javier Ruiz, debido a los nervios, empieza a gesticular de forma extraña, con las manos, con la boca, a veces pica los ojos sin querer.
AROA GIMENO
(algo extrañada por el comportamiento del joven)
Ah. Muy bien. ~Me alegro.
JAVIER RUIZ
Si, si... E-es muy...
Se queda callado, sin saber qué decir.
AROA GIMENO
Mmmm... Pues g-gracias.
Se dispone a seguir. Javier no puede permitirlo.
JAVIER RUIZ
¡Guión!
AROA GIMENO
¿Eh?
JAVIER RUIZ
T-tengo un guión... ¡Un guión!
Se lo extiende con las manos temblorosas. Ella no sabe qué hacer. Él hace movimientos impacientes con las manos, casi molesto, como para decirle que lo coja de una vez. Ella obedece, y entonces Javier Ruiz, presa del pánico, escapa corriendo ante la estupefacción de la joven.
En la historia la espléndida y bella actriz Aroa Gimeno, si finalmente decide subirse al barco en el momento de realizar el corto, haría de sí misma, en lo que es una especie de autoparodia ególatra-caricaturesca de mi propia persona (el personaje principal soy, lamento decirlo, yo). Di con ella a través de internet hace unas pocas semanas, casi por casualidad, y, todavía en el dilema de a quién proponerle el papel de la "actriz", me pareció que ella encajaba muy bien en lo que yo estaba buscando, así que puse su nombre en el texto y me decidí a tentar a la suerte.
Como veis en la secuencia voy al teatro a ofrecerle un guión para que participe en un corto. El guión que le ofrezco es el propio guión del cortometraje, así que en la ficción le ofrezco lo que quiero rodar en la realidad. Y como ella en estos momentos está representando "La ratonera" de Agatha Christie, en el Reina Victoria, pues tan sólo tenía que cambiar "La buena persona de Sezuán" del texto original por "La ratonera"para poder alcanzar una experiencia ficticia metarreal.
Allí que me fui, al teatro, con mi guión bajo el brazo, aconsejado acaso por algún Steven Spielberg chiflado que se cruzó en mi camino. Fui solo, pues solo iba en el guión, y disfruté la obra, me lo pasé bien. Conforme llegaba el final la idea de reproducir en la realidad lo que había escrito me iba pareciendo una mayor y más grotesca tontería. Aquella chica iba a pensar que era un pobre trastornado. Sin embargo pensé "bueno, no sería la única, qué más da". Así que la esperé al salir, me recibió con mucha amabilidad y le di el guión, casi sin dar tiempo a cruzar demasiadas palabras. No salí corriendo claro, ni tartamudeé ni nada de eso. Me hubiera gustado hacerlo, la verdad. De hecho llegué a pensarlo: hacer todo exactamente como sucede en la ficción, extenderle el guión con manos temblorosas, balbucear y salir corriendo. Pero ni mis dotes de actor ni me vergüenza me lo hubieran permitido, así que terminé deshechando la idea. Dita sea.
Al meditarlo en el regreso a casa me iba sintiendo cada vez mejor. Me hacía mucha gracia pensar en el momento en que leyera esa secuencia. A mi me encantaría que me sucedería eso: estar leyendo algo y toparme de repente con un suceso ficticio que acaba de pasar en la vida real casi de la misma manera y con las mismas personas involucradas. Y lo único que lamenté es no poder hacer lo mismo con todos los espectadores ¿Se imaginan?
sábado, 17 de abril de 2010
El prisonero de Azkaban
Llamadme imbécil, pero creo que El prisionero de Azkaban es una película llena de momentos de gran belleza. Una de esas rarezas que te recuerda lo bonito que era ver cine con ojos de niño.
lunes, 12 de abril de 2010
Divertimento
miércoles, 7 de abril de 2010
Entrevista con el Demonio
No soy defensor del canon, ni de cobrar en las peluquerías. Si soy defensor de que la gente que quiera ver una película o quiera escuchar una canción no se enfade porque el autor/es que la ha hecho posible quiera cobrar por su trabajo.
No sé... Después de mirar la entrevista con atención, y examinarlo todo con detalle no le he conseguido ver los cuernos a este Teddy Bautista. Supongo que ya lo dijo Kaiser Soze: "el mejor truco inventado por el diablo fue el de convencer al mundo de que no existía."
Y así... Desapareció.
martes, 30 de marzo de 2010
Cinema Paradiso
Si esta historia de la princesa y el soldado es significativa para mí -aunque a vosotros os traiga al pairo- es porque alentó en más de una ocasión mi conocida estupidez -conocida por los que me conocen, claro-. Una vez incluso intenté emularla de cierta forma, en una especie de cruzada romántica por el corazón de una mujer que me fascinaba de manera sobrenatural y no paré hasta que ella me hizo ver que aquello no llevaba a ninguna parte de la manera más ingeniosa: ordenándome que desapareciera.
Claro, aquello me pasó porque yo en aquella época aún no entendía cuál era la causa de que el soldado se hubiera marchado la noche noventa y nueve. Pero cuando algún tiempo después lo comprendí, cuando finalmente la vida me lo enseñó, fue cuando decidí no volver a pelear por el cariño de una mujer.
Decisión que de momento todavía no ha importado a ninguna, pero bueno... Eh... Ejem... Ya dejemos este tema ¿no?
El otro momento, de entre los muchos que hay, que más me fascina de "Cinema Paradiso" es, por supuesto el final: uno de los más bonitos que he visto en una película. Finalmente lo único que queda del "Nuovo Cinema Paradiso" son trozos de besos. Son los besos de la censura, aquellos que se pretendía condenar al olvido, aquellos a los que se quería negar la existencia, lo único que sobrevive. Alfredo los ha guardado para siempre. Y son el último regalo que le hace a Totó.
Todavía ahora, cuando veo esta escena, se me pone la piel de gallina. Supongo que es por escenas como esta que me quiero dedicar al cine. Si en algún momento yo consiguiera a través de una pantalla poner en otro ser humano una emoción aunque fuera sólo parecida a la que Tornatore puso dentro de mí la primera vez que vi esta escena, entonces... tantas cosas habrían valido la pena...
En fin. No os aburro más.
Ah, sólo una cosa. Esta semana se escapó del mundo el abuelo Pérez, abuelo de un buen amigo. Le había cogido cariño a su imagen a base de verla. Por suerte su nieto le sacó tantas fotos que, como los besos de Alfredo, la guardó para siempre.
Descanse en paz.
martes, 23 de marzo de 2010
Can Mas Déu
Del viaje lo que más llamó mi atención fue la visita al Can Mas Déu. La organizadora del festival, Visi, nos llevó a comer allí. ¿Que qué es el Can Mas Déu? Pues es una casa del siglo XVII, grande rodeada por terrenos boscosos, en los límites de Barcelona. Allí vive el Peix, con el que compartimos comida, sobremesa y copas después de la cena. Junto a él, viven también otras 24 personas en la casa, todos okupas, que han hecho del lugar un sitio muy particular.
Cuando la policía los quiso echar, hace seis años, resistieron, y al final fueron los propios vecinos del barrio los que les dieron cobertura y apoyo -entre otras cosas, se pretendía impedir que el verde de los árboles de la zona se sustituyera por cemento para médicos ávidos de casas lujosas-. Los okupas sacaron el azadon, araron la tierra. Decidieron comer de lo que plantaban en sus huertos y beber del agua de la lluvia. Decidieron usar cosas que otros tiraban. Se acercaron al barrio. Les abrieron las puertas de su casa okupada con, entre otras cosas, una gran comida vegetariana para todo aquel que quisiera acudir -y acuden a veces hasta doscientos- cada domingo. Empezaron a realizar toda clase de actividades para los más jóvenes, como por ejemplo la construcción de bicicletas con pedazos de otras bicicletas, ya muertas -llegué a ver en una de las habitaciones una pared totalmente forrada de bicicletas-. Tenían una barbacoa de energía solar, una lavadora que funcionaba a pedaleos, construían en el exterior una caseta de paja -creo que sólo para ver cómo era eso de la paja como material de construcción-. Tenían salones acogedores, con libros y sillones, un montón de sillones colocados en círculo, preparados para recibir cualquier tipo de reunión, y hasta un piano -rescatado del olvido- que a veces hasta se tocaba.
En definitiva, parecían vivir en el borde mismo de la utopía... Y a mí me dio por preguntarme: Quién sabe cómo les irá en ese empeño, quién sabe las dificultades, los esfuerzos, los sinsabores o las angustias que se pueden ocultar tras esa apariencia de armonía, de paraíso perdido. Quién sabe qué miedos tienen, o a quiénes lloran. Quién sabe si no habrá alguno que no piense todo el tiempo en otra cosa más que en largarse... Quién sabe en definitiva, el precio que habrán pagado por perseguir su utopía. Y me respondí que fuera cual fuera seguramente habría valido la pena. Por haberse atrevido al menos a recorrer el camino.
Curioso sitio este Can Mas Déu. La casa de Dios.
Por cierto, entre las actividades que realizaban había una que se llamaba "Bricolaje sexual", que consistía en hacerse, señora, un vibrador propio con materiales reciclados.
lunes, 15 de marzo de 2010
Hojas de ruta
Entre las cosas que hay pensadas está, aparte de la tienda online, el colgar en la web un nuevo corto -no tan complicado de producción como éste- que si todo sale bien grabaremos en la segunda mitad del año. La idea es que la gente se lo pueda descargar desde fabeyverno.com por una cantidad de 0,99 €, y evidentemente la recaudación iría a financiar directamente "Fabe y Verno"... No sé... Ideas y más ideas, a ver si alguna funciona.
El caso es que para el nuevo corto -en el que uno de los personajes es Steven Spielberg a la edad de cuarenta años- tuve otra reunión la semana pasada. Esta vez con David Ávila, mi director de fotografía en El Gigante de Oromin y, si todo sale bien, también de esta nueva historia que llevará por título "Una cierta declaración de amor extravagante". En este momento de la producción estamos buscando a los actores y presupuestando, y a partir de ahora también usaré este espacio para iros informando de como va.
Más noticias. Mi anterior corto, "Sonata para un dueto" , ha sido premiado por partida doble en el festival "Sólo para cortos" de Barcelona: a la mejor ópera prima y a la mejor interpretación, del gran Manuel Manquiña. La ceremonia de premios es esta semana y, si es posible, seguramente haré acto de presencia allí. Los festivales de cortos son siempre lugares agradables en los que pasar el rato y espero poder estar.
Y de momento estas son las novedades de este frío mes de Marzo. Seguiremos informando...
miércoles, 3 de marzo de 2010
De cañas en el Pepe Botella
El rato fue productivo y muy agradable, y Mario me mostró algunas maneras de difundir el proyecto por la red de forma más eficiente de la que yo lo he conseguido hacer hasta ahora. Llegamos a la conclusión de que es mejor aplazar la apertura de la tienda online hasta tener una imagen unitaria para todo el conjunto (web, blog, y productos). Él va a ser el encargado de darle ese "look" y del marketing del proyecto. Y yo, que a estos temas le pongo más voluntad que destreza, me he sentido muy aliviado. Al fin y al cabo las manos de Mario siempre se han mostrado más que competentes en las múltiples tareas que le he visto realizar desde que le conocí hace seis años en la TAI.
Por suerte no sólo hubo tiempo para hablar de fabes, vernos, webs y modelos alternativos de financiaciones... sino que también pudimos conversar entre cañas de "Lost", de "Hermanos de Sangre", de "The road", de "Léolo", de "Avatar"... En fin. De películas, que es de lo que supongo que están condenados a hablar dos antiguos compañeros de la escuela de cine cada vez que se encuentran.
Que buen rato pasé.
La semana que viene seguiremos informando. Y aquí os dejo el blog de Mario, para el que lo quiera conocer un poco más.
martes, 23 de febrero de 2010
Temporada "Oleniok" Primavera-Verano 2010
lunes, 15 de febrero de 2010
El cine "español"
A mí hoy por hoy lo único que me resulta extraño en los Goya son dos cosas:
1. Los premios de actores "revelación" y directores "noveles". No sé... Entiendo que hagan ilusión a los que los ganan, y supongo que en su momento fue una categoría que se incluyó para promocionar a gente emergente... , pero a estas alturas a mí ya no me parecen necesarios... e incluso me da la sensación de que son categorías poco serias, y de que le dan al conjunto un aire como "amateur"... Este tipo de premios se supone que se dan a los mejores trabajos del año, ¿por qué entonces hay que diferenciar si empezaste ayer, o hace cincuenta años, o si has trabajado antes en España o no? Nominas a los mejores, y punto. Vengan de donde vengan... Si se suprimieran se acabarían situaciones sin demasiado sentido como que Soledad Villamil, una actriz como la copa de un pino con veinte años de carrera, resulte ser una "revelación" (¿¿??¿?¿) para nuestros académicos...
2. La utilización constante del término "español" detrás de la palabra cine. "La gran noche del cine español"; "La gran fiesta del cine español...", etc... Vale, ya sé que las películas se han hecho en España... pero personalmente no soy partidario de poner ninguna clase de gentilicio detrás de la palabra cine, sea cual sea el país de donde este proviene. ¿Por qué en vez de hacer una gran fiesta del cine español, no hacemos simplemente una gran fiesta del cine? ¿Acaso no estaban nominados Rachel Weisz y Ricardo Darín? ¿No se llevaron Guy Hendrix Dyas, Jan Sewell o Chris Reynolds sendos Goyas por "Ágora"? ¿No estaban allí Penélope Cruz, Javier Bardem, Pedro Almodóvar, que son figuras importantes en el cine internacional? ¿Entonces? Yo pienso que sólo existe el cine bueno y el cine malo. Ni el cine español, ni el francés, ni el americano, ni el ruso, ni el guatemalteco... Y que cada país tenga sus propios premios me parece estupendo -Césares, Davides de Donatello, Óscares, Baftas...-, pero no creo que los Bafas sean la gran fiesta del cine inglés, sino simplemente, como todas las demás, grandes fiestas del cine que dan y deben dar cabida a las gentes de fuera y que deben, en un mundo cada vez más globalizado, tener los brazos abiertos y los ojos y la cabeza tanto hacia dentro como hacia afuera. Dejémonos de provincianismos con el lenguaje pues.
En fin, y puesto que por hoy ya he sido suficientemente repelente me voy a dormir. Estoy en un pequeño parón debido a unas inoportunas fiebres y esta semana no creo que pueda adelantar demasiado en el tema del corto. Pero bueno, sigo esperando que me lleguen a casa las pruebas de las camisetas, a ver qué calidad tienen... Y a ver si a finales de semana ya estoy más restablecido y me puedo reunir con el gran Mario Avellaneda, para mirar el tema de darle un mejor "look" a la web. Muchas gracias, señor.
Seguiremos informando...
lunes, 8 de febrero de 2010
Día 1
Podéis informaros de todo en los apartados de producción de la web.
http://www.fabeyverno.com/
Es curioso. Me siento absurdamente contento con este nuevo comienzo. Crucemos los dedos.
lunes, 1 de febrero de 2010
El futuro...
Esperemos que sea sólo una cuestión de tiempo -algo más de tiempo- hasta que por fin nos podamos ir todos juntos a rodar al bosque. Y esperemos que cuando llegue ese momento seamos capaces de hacer un trabajo del que nos sintamos orgullosos.
Esta semana estoy remodelando algunos aspectos de la web y replanteando el plan de financiación. Pronto me pondré en contacto con los productores que hemos conseguido hasta la fecha a través de la web para informarles de lo que se va a hacer y que decidan si quieren continuar en el barco o no.
Os mantengo informados.
sábado, 23 de enero de 2010
Las batallas perdidas
He estado meditando seriamente estos días sobre ello. Con el proyecto en gran medida quemado para subvenciones -al menos en comunidades donde, por procedencia, me era más sencillo obtenerlas-, y con apenas los 650 € que hemos podido reacudar a través de la web para cubrir un presupuesto que, sin el dinero que perdimos y ya sin nada negociado, asciende a unos 80.000 € -realizándolo en las mejores condicones posibles, con copia final en 35 mm, etc...-, la cosa parece estar realmente muy cruda.
Le he dado muchas vueltas a la posibilidad de seguir adelante con el tema a través de internet. Aumentar la apuesta: en vez de ir a por los 30.000 € iniciales, ir a por esos 80.000 €. Prescindir -al menos de momento, dada su comprobada ineficacia en este caso- de las subvenciones como fórmula de financiación. Tratar de levantar el proyecto a través de las contribuciones de los internautas, ir a los medios para tratar de conseguir cierta difusión, y en el caso de que la página obtenga interés, intentar atraer a patrocinadores, transigir en mis intenciones iniciales, mirar lo de vender camisetas, objetos, merchandising, buscar maneras... No sé... explorar hasta dónde se puede llevar, dedicarle tiempo y trabajo hasta conseguir levantarlo...
Pero... ¿80.000 €? Parece a priori demasiado dinero... Cuando lo he hablado con amigos el pensamiento general parece el mismo. Conseguirlo de esa forma se antoja prácticamente imposible. En realidad, meditado todo de forma realista da la sensación de que lo más probable es que nos encontremos ante una batalla perdida.
Y entonces, quizá por no encontrar cosa mejor que hacer, o acaso por la mala costumbre de divagar, me he puesto a pensar en eso: en las batallas perdidas.
Las batallas perdidas desde siempre han ejercido un gran poder de fascinación sobre mí. Supongo que no tiene nada de extraño en un tipo como yo, traumatizado gravemente por las películas: el cine se encuentra lleno de ellas. Ahí está por ejemplo Atticus Finch, solo en Maycomb ante la puertas de la cárcel frente a una turba racista ávida de sangre. O los siete samurais de Kurosawa dispuestos a defender un pequeño poblado del japón medieval contra cuarenta ladrones a cambio de apenas un poco de arroz. O, por supuesto, Jefferson Smith, enfrentándose en soledad a toda la corrupción del capitolio norteamericano, bajo la batuta del gigante Frank Capra. Y así otros muchos casos, seguramente no tan insignes, llenas de personajes que luchaban por un objetivo imposible...
Sí, ya sé que en este fragmento James Stewart a veces se muestra un poco exagerado y el desmayo no acaba de ser totalmente convincente, que todo da la sensación de ser muy ñoño e ingenuo, pero no se precipiten en su juicio. Tengan en cuenta que Capra es uno de los pocos directores, no lo digo en broma, que ha sido capaz de sacar de la ingenuidad y la ñoñería una emoción sublime. Si no me creen vean la película entera. Se te ponen los pelos de punta.
Y es que Capra sabe muy bien que las personas que luchan por esas "causas perdidas" de las que habla James Stewart en boca de Jefferson Smith siempre resultan conmovedoras. Al fin y al cabo defienden las únicas causas que, sea como sea, nunca han sido ni serán oportunistas. La imagen de un soldado herido y magullado, con todos sus compañeros muertos alrededor que, pensadas fríamente todas sus opciones, elige mantenerse firme y con la espada en alto ante el ejército enemigo que viene imparable a aniquilarlo, tal vez no sea un espejo de inteligencia, o de lógica, o de un espíritu práctico de la vida, pero seguramente sí de honestidad. Cuando ves a una persona, equivocada o no, que lucha una batalla perdida, al menos puedes estar seguro de que está peleando por algo en lo que verdaderamente cree. Y lo sabes porque él también comprende que las posibilidades de éxito son prácticamente nulas, incluso aunque no pueda evitar reservar un diminuto espacio en el fondo de su alma para la ingenua esperanza: el milagro que le permita ganar la guerra, en caso de que sea capaz de ser lo suficientemente fuerte para aguantar un poco más.
Con estos antecedentes ustedes ya habrán comprendido que yo siempre haya tenido el deseo de emular a esas personas -o por mejor decir, y sólo por recalcar mi idiotez, a esos personajes- que pelearon sin descanso sus batallas perdidas. Y así, a lo largo de mi vida me he empeñado en luchar las mías, todas y cada una de las que, mayores o menores, se me iban presentando en el camino. Evidentemente lejos de la imagen épica del soldado, las luché torpemente, de forma confusa, a trompicones, más cerca de Woody Allen que de Burt Lancaster... Ni que decir tiene que las perdí. Absolutamente todas. Como buen idiota en más de una ocasión me dejé hasta las lágrimas y el alma por el camino... pero aprendí una valiosa lección, que no por obvia resulta menos importante: los nombres de las cosas están puestos por algo. Eso es lo que explica que las batallas perdidas, como su nombre precisamente indica, no se puedan ganar. El cine está muy bien, otra cosa distinta es la vida. El cine sirve para ofrecernos consuelo, para soñar... Pero lo cierto es que en la vida real Jefferson Smith hubiera sido carne de chiste de viñeta dominical, terminada su carrera política difamado y deshonrado ante sus compatriotas; que entre los restos humeantes de un pueblo medieval japonés habrían siete tumbas de estiércol junto a unos ladrones felices repartiéndose su gran su botín; y que más temprano que tarde las turbas racistas de Maycomb hubieran encontrado la manera de mantener cerrada la boca de Atticus Finch. No nos engañemos. La vida lamentablemente enseña que luchar una batalla perdida es de imbéciles, de absurdos, de ñoños ingenuos. Se encarga de meterte en la cabeza, a golpes si es necesario, que en realidad no es algo que merezca la pena, ni trae otra cosa distinta que frustración o abatimiento.
Y ahora, de nuevo, vuelve a ponerme una delante...
Presentemos batalla pues.
lunes, 18 de enero de 2010
Queda mucho todavía para Oleniok
Os cuento un poco lo que ha sido la historia del proyecto hasta aquí:
Lo empezamos a mover a través de los canales tradicionales de financiación de cortometrajes, con el fin de obtener subvenciones que posibilitaran su realización. Para ello planteamos una coproducción a tres bandas, con tres productoras de diferentes comunidades autónomas. Con ello teníamos más posibilidades de obtener la cantidad que necesitábamos.
Lo cierto es que no nos fue mal, y llegamos a obtener dos subvenciones que sumaban unos 34.000 €. Este dinero era principalmente la llave para poder sacar el rodaje adelante en Marzo. Aún así, para dar un salto de calidad mayor en el resultado final, era preciso conseguir más margen económico. Probamos a presentarlo a otras subvenciones, a concursos sobre proyecto, llamamos a televisiones, posibles patrocinadores u otros coproductores que tuvieran la posibilidad de aportar recursos... pero lógicamente en año de crisis todo resultó muy complicado. Finalmente se me ocurrió el tema de la web. Me encerré en casa un mes y saqué la web -que un amigo calificó como "una web con aspecto de los años ochenta si en los años ochenta hubiesen existido las webs"-, con la esperanza de que consiguiéramos el dinero suficiente para sacar adelante el corto que tenía en la cabeza. Aún quedaban unos meses para Marzo, fecha obligada de rodaje por los plazos que imponían las instituciones para la preescripición de las subvenciones, y yo, no sé por qué, me mantenía optimista a pesar de ser consciente de lo difícil que iba a resultar.
Sin embargo, nada más sacar la web, el dinero de las subvenciones empezó a tambalearse. Uno de los coproductores se volvió loco y me llegó a hablar de que quería un beneficio industrial sobre la cantidad concedida en su comunidad. Luego, sobre el presupuesto que habíamos confeccionado, recortó 4.000 pavos que según él, eran gastos que respondían a cálculos precisos y matemáticos que nunca se dignó a detallar, pues me dijo que no tenía por qué ya que eran cosas internas de su empresa. Al enterarse de esta postura el segundo coproductor puso su punto de vista, bastante lógico por otra parte, negro sobre blanco: si el primer coproductor no modificaba sus pretensiones, él se retiraba del proyecto. El primer coproductor se mostraba erre que erre. Por no empeorar la situación el tercer coproductor se mantenía al margen, a la espera de lo que decidieran los demás. Oleniok estaba en un puño, y yo ya empezaba a verlo esfumarse entre la niebla.
El tiempo pasaba, y mientras no se llegara a un acuerdo, no podíamos hacer nada: ni irnos a casa ni empezar a preparar el rodaje. Ambos coproductores hablaron y contra todo pronóstico, decidieron seguir adelante, con recorte de 4.000 € incluidos. Cuando hablé con el segundo coproductor para saber qué es lo que había pasado, y si realmente los argumentos del primero le habían convecido, fue de nuevo muy claro: en absoluto. Si seguía adelante era por mí, para no quitarme las pocas oportunidades que ya sabíamos que iban a quedar para llegar a buen puerto.
Y es que todavía existían escollos por salvar antes de poder dar luz verde a la preproducción -y una sangría de tiempo, letal siempre en estos casos, seguía escapándose sin que pudiéramos comenzar a preparar nada-. El principal problema era un tema burocrático-presupuestario: al habernos fallado el plan de financiación y no haber podido conseguir la totalidad del dinero que habíamos planteado en el presupuesto con el que se aprobaron las subvenciones, se hacía necesario pedir un reajuste del mismo, a la baja, en las instituciones que nos apoyaban -pues sabéis que al finalizar el rodaje hay que justificar facturados ante estas instituciones todos los gastos de la producción hasta cubrir la totalidad del presupuesto acordado-.
Pues bien, finalmente nos concedieron esa reducción, y conseguimos mantener una de las subvenciones íntegra. Sin embargo, con respecto a la otra no tuvimos tanta suerte: junto a la reducción nos recortaron también proporcionalmente la subvención. Ya no había dinero suficiente. Caída una subvención, la otra se hacía inútil. "Fabe y Verno" se venía abajo.